UNA CASA SIN PAREDES
EL LUGAR DE ENCUENTRO Y COMUNIDAD DE SOLEDAD BARRUTI.

Este es un espacio de propuestas, ideas, preguntas. Se llama borradores porque me gustan los borradores. Un borrador es algo inacabado. Y a la vez está, y es ese estar dado a la meramorfosis lo que me interesa. Un estado como el de las hojas del otoño que caen blandas a la tierra, o el de los nidos recién habitados, o el del compost y de las semillas viajando en el viento, y entre los cuerpos de los pájaros.

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TEMAS

Las prácticas que me conectan

24 de enero de 2023

Este no es un texto sobre cómo ser felices. Sino sobre cómo sostenernos en estos tiempos de duelo y de colapso y de activismo. Cómo hacemos para no derrumbarnos en la angustia que da la información, la ansiedad por ver hacia dónde vamos, o la furia que que es poco lo que está cambiando. Creo que para estar en el mundo así con la sensibilidad despierta y el espíritu dedicado a tratar de hacer algo sin que la realidad nos pase por encima necesitamos prácticas que nos sostengan.

Las prácticas que yo tengo no son grandes cosas, o sí: son las que fui encontrando y me sirven. 

Hace un tiempo empecé a exportar el mundo de las plantas que abren, reconectan, amplían nuestras posiblidades de percepción. Y sanan. Porque destraban, integran, reconcilian, hacen sentir un amor por lo que está acá vivo junto a nostrxs que pocas veces vemos de ese modo. “La planta es la forma más intensa, más radical y más paradigmática de estar en el mundo (…) Bajo el sol y las nubes, mezclándose con el agua y el viento, su vida es una interminable contemplación cósmica, sin disociar objetos ni sustancias”, escribe otro de mis gurús Emanuele Coccia en La vida de las plantas. Las plantas a las que me refiero son lianas raíces, frutos, flores, hongos. Son hogar, medicina y cosmos. Son la posibilidad de adentrarnos a otra temporalidad. Invitaciones a la apertura entre nosotrxs y al mundo, a la maravilla de existir y de ser parte de algo: estar en esta tierra con la que solo nuestra cultura -la única en la que se prohiben y controlan y temen a estas relaciones; la única en la que se llama droga a un hongo que no es tóxico y lo vuelve ilegal mientras venden de manera libre ibuprofeno para que no te duela la cabeza después del Paty con coca cola- está en guerra. 

Las plantas psicoactivas o más sutiles muestran de una manera hermosa que la vida es lo contrario a la utilidad, la productividad, la separación, la enajenación y las adaptaciones forzadas a todo eso. Las plantas encantan al mundo. Y negar su acceso ha sido muy funcional a este estado de las cosas. A que nuestra civilización sea lo que es. Y la industria farmacéutica lo que es. En los últimos años yo me adentré muchísimo a todo ese mundo planta y lo recomiendo un montón. Por favor háganlo siempre con cuidado, en compañía de alguien que sepa, con información y con responsabilidad. Tampoco acá somos meros individuos, nos necesitamos siempre, entre guías y acompañantes.

También hago terapia, yoga y medito con frecuencia. El yoga que me gusta se llama Kundalini y me llegó después de encontrar otro, Naad yoga, o yoga con la voz. Son todos espacios hermosos y necesarios para ser cuerpo.

Todos los días también le dedico un rato a mirar el cielo y a encontrarme con los árboles que, como ya deben saber, son los seres que me resultan más interesantes del planeta. Es una vuelta al parque, o lo que pueda: el encuentro diario con esa belleza, con ese misterio, con esa fuerza apabullantemente viva me hace respirar más calma. 

Como comida de verdad. Comer no solo tiene que ver con recibir los nutrientes adecuados para estar saludables y fuertes. Comer es información. Son tejidos vivos siendo parte de los nuestros. Es un acto sacramental que hay que desacralizar. 

Juego mucho con mi hija, también entre tareas del hogar como cocinar o hacer la cama: reaprender a jugar como niña, a entregarme a ese su espacio animado de seres increíbles que habita Dominica me conecta y da sentido. Y le devolvió a mi vida un animismo que le hacía falta. A nuestro alrededor todo habla, tiene ojos y espíritu, necesita cuidado y atención. Nada es un qué, un algo, todo es un quién, una persona. Eso sucede en cada juego, y, al final, en la vida toda. Aprendí a hacer una proporción entre el espanto y el amor. Sería algo como leer sobre los incendios de la selva y los humedales pero también sobre los ríos voladores que se crean en la selva con la transpiración de los árboles y se vuelven nubes y luego lluvia que chorrea 20 millones de litros de agua por día a todo el continente.

Busco hacer comunidad. Conectar personas entre sí es un don que tengo. Pero además necesito encontrarnos entre quienes estamos en la misma. En ese plan no sólo está mi red cercana sino que también uso las redes y hago los cursos y ahora armé este espacio en el que charlamos de un modo más directo. Es mi trabajo pero a la vez me devuelve un montón saber que acá estamos, haciéndonos nuevas preguntas y buscando a veces con incomodidad, a veces con tristeza, a veces con entusiasmo, en la incertidumbre y la oscuridad, reparar lo más que se pueda.

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