La primera vez que me publicaron un texto en un medio de comunicación tenía 13 años: fue una carta contra de la exportación de carne de caballo desde Argentina, en una revista que yo leía porque me gustaban mucho los caballos (así se llamaba de hecho, Caballos), en donde habían hecho una nota para celebrar la apertura de ese negocio. Leí el artículo y sentí de inmediato un zumbido en los oídos, el corazón acelerado, la rabia y la urgencia por hacer algo. Escribí lo que sentía, a mano como se escribía entonces, con la lapicera de la escuela.
Mi abuelo, el que fundó este amor por esos animales, fue al correo y mandó la carta. La publicaron en la edición siguiente. Pero no logró su cometido: Argentina prosperó en esa matanza y es hoy el principal exportador de carne de caballo del mundo. Sin embargo la derrota no apagó el instinto. Nunca lo hace. Tal vez poque no sos solo vos la que pierde cuando prenden fuego un humedal, cuando tiran bombas al mar, cuando riegan con veneno la tierra. Es la vida entera, que respira y late y no puede defenderse.
Activar es un acto de fe, un impulso de supervivencia y de cuidado, un trabajo que te encarna en una época con sus disputas y necesidades, te sostiene, da sentido y un montón de amigos (aunque así empieces enseguida te das cuenta de que nunca activás sola, por suerte). No activás porque estás segura de que va a salir bien sino porque sabés que es lo que hay que hacer. En esta sección hay una cantidad de causas que te/nos necesitan. No hace falta tomar todas, aunque todas te están esperando.