¿Qué hacer cuando la mayor parte el mundo no va hacia donde irías? ¿Cuando alrededor nada de lo que te resulta crucial, innegociable, conmovedor reverbera igual, cuando todavía somos tan poquitos en esto de cuidar y de amar a esta tierra viva?
Hace unos meses leí un libro que me dejó llorando a mares, una historia tan parecida a la que estamos viviendo con los humedales, con la minería, con los campos tóxicos, las extinciones, el sufrimiento absurdo. El libro es “El clamor de los bosques”, de Richard Powers. Voy a espoilear bastante así que si quieren ir por el libro (recomiendo fuerte) no sigan leyendo. Aunque también voy a usar estas líneas para pensar sobre estas otras cosas como esto de tener una ética diferente.
El clamor de los bosques es sobre un grupo de personas cuyas vidas terminan cruzadas alrededor de la defensa de los árboles. Personas que de repente entienden, sienten, saben que los árboles no son cosas, que están vivos, que no son de nadie más que de sí mismos y que está mal que los maten, como está mal matar a cualquier persona. Se alían entonces con esa convicción clara e inobjetable que da saber y amar para defenderlos. Y pasan por muchas etapas. La transformación radical de la vida para atender ese llamado de las raíces y el cosmos, el activismo, la desesperación.
Los árboles son secuoyas: inmensos, como dioses. Algunos se suben a esos árboles y viven meses ahí arriba. Pero el sistema gana y los árboles terminan destrozados y entonces ellos pasan a la desobediencia radical. Y ahí también pierden. El libro es pura belleza y derrota.
Un acercamiento increíble a los árboles, esos seres que están cuando llegamos al mundo, con los que respiramos en besos de aire, y que seguirán ahí cuando muramos; y está repleto también del horror por ver de cerca a una humanidad a la que le da igual, que no lo entiende, que solo habla de dinero y progreso mientras mata. Es un libro sobre tener una ética distinta y tener que salir todos los días y sostenerse y no saber qué hacer con eso. Es un libro sobre esta época de incendios y violencia y preguntas sin respuesta, acumulándose entre la garganta y el corazón, y del deseo de compartir, de ser más, de abrazarnos.
Es un libro sobre nosotros que muchas veces nos pensamos en soledad pero nos tenemos.
A quienes están ahí y leen y escuchan y sienten y comparten, gracias. Nos necesitamos más que nunca.